Historia crítica de Jesucristo
Autor: Barón de Holbach
Editorial: El Cuenco de Plata
ISBN: 9789871772537
Reseña
Si se nos tilda de innovar, nos escudaremos con el ejemplo del mismo Jesucristo, que fue mirado como un innovador por los judíos, tan obstinados en su antigua ley, y que fue el mártir de la reforma que quiso introducir. No obstante, declaramos firmemente que no tenemos ningún deseo de imitarlo en este punto: queremos predicar, sí, pero excluyendo el martirio. Si la doctrina que presentamos no agrada, como el autor no pretende que se lo considere divinamente inspirado, deja a cada uno en plena libertad de desechar o admitir sus interpretaciones y su manera de ver las cosas. No amenaza con tormentos eternos a los que no acepten sus argumentos, ni tiene suficiente autoridad como para prometer el cielo a los que se sometan a ellos. Se atreve a pensar que los que lean este examen a sangre fría reconocerán que es posible dudar de la inspiración de los autores evangélicos y de la misión divina de un charlatán de Judea, sin dejar por esto de ser hombre de bien y racional. Barón D`Holbach.
Barón de Holbach, nacido como Paul Heinrich Dietrich von Holbach (Edesheim, 8 de diciembre de 1723 – París, 21 de enero de 1789) fue un escritor franco-alemán, filósofo, enciclopedista y figura prominente en la Ilustración francesa. Fue uno de los colaboradores de la Encyclopédie, para la cual redactó 376 entradas sobre conceptos de química, metalurgia, geología y otros temas; también tradujo del alemán una treintena de tratados de estas mismas materias, por todo lo cual fue admitido en las Academias de Berlín (1754), Mannheim (1766) y San Petersburgo (1780). Era partidario de la Ilustración y amigo de varios otros filósofos, entre los que se encontraban Rousseau, el barón Von Grimm y Buffon. Estos se reunían en su casa para comer dos veces por semana en la llamada «coterie holbachique» («camarilla de Holbach»), reuniones de salón en casa de d’Holbach presididas por Diderot (éste se refería a dichos encuentros como «las cenas de la sinagoga» por la seriedad de sus planteamientos) a las cuales también se les unían aquellos extranjeros famosos que pasaran por la ciudad, como Adam Smith y David Hume, y que contribuyeron a generar el caldo de cultivo intelectual en el que se fraguó la Revolución francesa.